domingo, 15 de mayo de 2011

MILICIA Y EQUILIBRIO PACÍFICO PERO ARMADO EN VENEZUELA

Sat, May 7, 2011 11:57:46 AMOPINIÓN SOLICITADA ARTÍCULO "QUINTO DÍA" No. 748
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Rómulo Lares Sánchez



Muy apreciado Don Maximiliano, lo saludo cordialmente

Gracias por disponerse a considerar y solicitar mi opinión

Me complace, a pesar de que tendríamos una visión diferente sobre el tema y de las críticas que le hago al documento, que pueda serle de alguna utilidad

Quedo como siempre a sus órdenes

Con la mayor estima, consideración y respeto

Cordialmente,



“LA MILICIA Y EL EQUILIBRIO ARMADO” del GD (Av.) y ex comandante de la FAV, Maximiliano Hernández Vásquez. “Quinto Día” No 748, 6-13MAYO2011. 7mayo2011.

Para los muy bien formados militares profesionales existe una equivalencia entre Paz Mundial y Guerra Fría y una distinción entre éstas y el estado de guerra. Para los investigadores sociales, la humanidad y en particular en el Caso Venezuela, la violencia ha sido una constante desde la invasión de los europeos en 1492 hasta su exacerbación en nuestros días. En 2010 fueron asesinadas más de 19 mil 500 personas, y no han sido administrados los cadáveres como en la guerra. Tan sólo menos del 5% se transformó en un expediente de la Fiscalía, es decir, la impunidad ha sido casi total, y ¿todavía no aceptamos que estamos en guerra?

Esa “Paz Mundial” habría sido lograda por el “poder militar” mediante el “equilibrio atómico” o el “equilibrio del terror” entre Occidente y Oriente, entre el capitalismo y el comunismo. Hoy habría disminuido el poder global del comunismo pero los intereses económicos este-oeste siguen enfrentados mientras domine la “globalización”, como es natural en un mundo capitalista, al que se han incorporado las potencias del este. Este cambio de condiciones no cambiaría sustancialmente la “administración” de los arsenales atómicos para mantener el equilibrio y asegurar aquella “paz” planetaria. La excepción está presente en el fenómeno de la globalización del terrorismo “privado” o externo al Estado, del tipo Al-Qaeda y de los sucesores de Osama bin Laden.

No comparto la referencia a la intervención de los organismos internacionales sólo después de un enfrentamiento entre milicias y militares. Por un lado, la intervención se produciría, eventualmente, sólo si el costo del impacto del desequilibrio interno sobre los intereses extranjeros no es garantizado por el Estado, y para eso habría, por ahora, algo de petróleo y otros negocios interesantes. Por el otro, no podemos esperar que los militares regulares cumplan con sus deberes, no lo hicieron después de la Independencia ni ahora cuando era menos costoso, entonces ¿qué razones habría para esperar una reacción seria, ni que posibilidades de que fuese exitosa?

Circunscribir el poder político interno de una Nación al poder armado entre las organizaciones militares, legítimas e irregulares, parece una constante propia de la naturaleza humana aplicable no sólo a países de Latinoamérica o del tercer mundo con regímenes dictatoriales, sino también del primer mundo con regímenes dictatoriales o democráticos. El hecho de que la institucionalidad funcione en el primer mundo no deja de supeditar el equilibrio del Estado al mismo equilibrio entre fuerza militar legítima sobre la irregular. En esta categoría podrían entrar EEUU o Francia y estaría con claridad también Colombia, pero la evidencia muestra que no Venezuela, porque se creó dentro de la estrategia de manipulación-engaño de la opinión pública la ficción de regulares-milicianos y ¡en Venezuela desaparecieron los legítimos-regulares!, ambos son dos caras de la misma moneda.

El poder militar y las instituciones en USA, Francia, Italia, Suecia, Bélgica e Inglaterra y hasta Rusia por ejemplo, líderes de la industria de armamentos y exportadores, no se circunscribe al poder de fuego-destrucción de sus fuerzas armadas legítimas frente a los enemigos externos o al terrorismo internacional y a la subversión interna, porque el juego de intereses de la majestuosa –también en sentido literal- industria de las armas, cuyo poder mundial-global contribuyen a administrar los militares, debería actuar también como equilibrador de las aspiraciones del cuerpo de militares para ser, como lo plantea el artículo, los definidores “militarmente” del equilibrio político de un régimen. La magnitud y entramado de la industria planetaria de armas sugeriría que todo tiene su arreglo en la mesa de negociación financiera, política y de los equilibrios de las balanzas de pago.

Lo que da espacio a la aparición de milicias para “equilibrar” el poder político es precisamente esa concepción de los militares como agentes que “pueden actuar para desplazar del poder al jefe del gobierno”. Es decir, no se conciben milicias irregulares sin el visto bueno de los propios militares regulares y sus instituciones.

Es a partir de esta necesidad que surgiría la definición que utiliza el Profesor Enrique Tejera París: la “policía constitucional”. Son las fuerzas armadas legítimas de un Estado las responsables de ejercer tales funciones, como garantes últimos de la soberanía y del respeto de todos a la Ley.

Es por lo tanto inadmisible que la “policía constitucional” administre sus responsabilidades de una forma tan torpe que permita la creación de otra fuerza armada, disfrazada de legítima o mercenaria, da lo mismo a estos efectos, que comprometa su responsabilidad de garante de la soberanía del Estado y la Nación. De aquí que la hipótesis según la cual se explica la creación de esas “milicias” (paramilitares o mercenarias) es en sí una demostración de que la institución militar, en el caso Venezuela las Fuerzas Armadas Nacionales, fueron destruidas dejando el cascarón con los uniformes y las medallitas en los pechos, pero totalmente vacías en cuanto a su única razón de ser.

¡Reflexionemos sólo sobre el aplastante peso ético, moral y físico-real de la ocupación cubana!

Es de las Fuerzas Armadas Nacionales la primera responsabilidad, son ellas las que recibieron el mandato de defender con las vidas de sus hombres y mujeres la soberanía nacional, y para ello fueron apertrechadas con las armas de la República que también deberían haber custodiado, aunque no quedan eximidas las demás instituciones del Estado ni de la Nación así como las élites de las demás instituciones de la Sociedad Civil, cada una comprometida con un grado de complicidad o asociación, todas responsables de retornarnos desde este Siglo XXI a un proceso de mayor gravedad que durante los períodos más oscuros de nuestra Historia, de las montoneras, de los caudillos, revolucionarios y dictadores de la “destrucción total-ruinas” de los siglos XIX y XX, hasta desaparecer hoy el Estado, la Nación y el País.

Es legítimo señalar como lo hace el Profesor Agustín Blanco Muñoz-ABM que Venezuela es un ex país.

Pero esa acción de Policía Constitucional no es una función política, es, o debería ser sólo una función administrativa, de fuerza para someter al-los delincuente-s, en nuestro caso el “más buscado” usurpando la jefatura del Estado y su representación, además de la jefatura de las propias Fuerzas Armadas. Mientras no se entienda la función de “policía Constitucional”, no de sustituidor “para desplazar del poder al jefe del gobierno” sino de garante del Estado de Derecho, seguiremos sometidos por mercenarios, regulares e irregulares, pagados con el saqueo escandaloso de nuestros propios recursos.

El sistema electoral se encargó de igualar las condiciones del “golpista-presidente” (ABM) a las de los usurpadores de todos los demás poderes públicos, nacionales, regionales y municipales de elección popular. Es la gran excusa-fraude-farsa de su absurda “legitimación”.

Es por lo anterior que sería una trampa comparar milicias con fuerzas regulares y asignar a las milicias una función autónoma “por razones más políticas que militares”, que reflejaría uno de los grandes errores en la formación de nuestros militares. Ya se estaba desdibujando la institución militar cuando los militares profesionales pensaron así su “clase”, para ubicarnos en el ámbito marxista, rebelándose a la máxima que supedita el “poder militar” al “poder civil”. Allí debemos regresar para encaminarnos realmente por una vía de avance civilizador, y en paz.

El artículo no concebiría el sometimiento del orden militar al civil. Esta sería su máxima desviación, si creemos en la construcción de un Estado-República donde prive el Estado de Derecho y la democracia.

La referencia a la alternativa regular-milicias ante las “protestas opositoras multitudinarias” es dramática y traumática.

En el Caso Venezuela, se trata del Estado de Derecho por un lado y el Crimen Organizado Transnacional por el otro. Ese es el verdadero enfrentamiento que las FFAANN evadieron y se colocaron del lado equivocado. No se trata, tampoco se ha tratado de un debate ideológico entre “opositores”. Tampoco se requiere esperar que la historia lo confirme.

En cuanto a la referencia a las “votaciones populares que invariablemente gana el gobierno”. El punto acá es que no son legítimas. Este es un hecho escandalosamente incontrovertible por demostrado. Por consiguiente, el régimen no tiene legitimidad ni sus acciones son legales y el deber del ciudadano, “investido o no de autoridad” (esto incluye uniformados del Ejército, la Armada, la Aviación, la Guardia Nacional, los “milicianos”, las policías de los estados y de los municipios, la judicial y la militar) debemos primero desconocerlo y luego actuar con lo que esté a nuestro alcance para restablecer la vigencia de la “Constitución”.

Si no tenemos clara la usurpación de los poderes públicos no podemos ordenarle tampoco, como ciudadanos-colectivo a la autoridad ni acompañarla-presionarla para que ésta actúe de acuerdo con sus responsabilidades. Mientras tanto, no tendría el “Estado de Derecho” la comprensión para asegurar el apoyo incondicional del ciudadano. La confusión es entonces muy amplia y profunda.

La otra expresión contradictoria sería: ”…ayudados por la propaganda que mantiene la creencia popular de que “los militares y las milicias están con el gobierno” y reprimirían cualquier intento desestabilizador”.

En primer lugar, los desestabilizadores son los que impiden el imperio de la Ley, en nuestro caso es sin duda el régimen y sus socios-cómplices-“oposiciones”, acompañados de los “militares y las milicias”. La creencia popular es sabia, esa sería la realidad. El mensaje es “muerte” y la revolución es “pacífica pero armada”. En segundo lugar allí están la segregación y las listas “Tascón-Maisanta”, los exiliados, perseguidos, maltratados, encarcelados, invadidos, secuestrados, los cadáveres y los exterminios, todos documentados, la subversión regional, el narco-Estado, la legitimación de capitales, la asociación en la industria de las armas convencionales y atómicas, la asociación con países forajidos para la comunidad internacional y la injerencia financiera, política y militar en los asuntos internos de otras naciones.

Y el pueblo, el colectivo, la Sociedad Civil tiene razones para estar aterrada porque tenemos nuestro equivalente local al “equilibrio atómico”, porque los hombres responsables de defenderlos, quienes recibieron la sublime responsabilidad de custodiar la soberanía y las armas de la República nos han traicionado. Lo demás son excusas patéticas e inaceptables. Entre ellas, las “milicias y los mercenarios” o los “G2” de otras naciones.

Tales explicaciones se extienden al 60% del escrito: debilitar el Ejército, fortalecer las milicias, garantizar la lealtad del personal civil y militar a través de adoctrinamientos y “purgas”, lista de discriminados, reducir el poder de fuego pesado, aumentar el fuego liviano, mayor numero de milicianos que de regulares, recortes presupuestarios del mantenimiento, crear la rivalidad entre autoridades militares y milicianas (ya es insólito que se acepten milicias y sus autoridades, y para colmo que participen y la dirijan extranjeros), división en territorios, dislocar la unidad de mando.

A los militares los asustan las calamidades sociales y económicas. Es cierto, todavía es posible destruir aún más la nación, pero, ¿no es más grave la destrucción moral y espiritual que se produce por la negación a actuar para cumplir con sus deberes y que pretendan algún grado de exoneración tratando de salvar sus responsabilidades ante un enfrentamiento que evadieron los uniformados-regulares, los que tenían la responsabilidad, la oportunidad y los recursos. “No existe prótesis para la amputación espiritual” (Personaje de Al Pacino en “Perfume de Mujer”), y va adicionalmente impresa en los genes de las futuras generaciones. Los ejemplos sobran, aquí tenemos establecida VENECUBA.

Conclusión: ¿Pretendía demostrar el artículo que no vivimos en democracia transparente? ¡Por favor!